(Documento
extractado del grama de Post Grado en Telemática ofrecido por EDB-DIGITAL de la
Universidad Complutense de Madrid, 2007)
En
la cafetera apenas quedaba, ya frío, suficiente café para una taza más. Pablo,
delante de la pantalla de su ordenador estaba completamente absorto en sus
pensamientos. Era ya muy tarde y debería acostarse, pero no podía conciliar el
sueño. Sabía que este curso se enfrentaba a un gran reto y estaba dispuesto a
asumirlo responsablemente, como le había enseñado su padre. Pero estaba
preocupado: a la mañana siguiente se reunía con los coordinadores de ciclo y no
sabía cómo empezar a plantear el trabajo.
Su
mirada se dirigió entonces hacia la biblioteca. Entre la colección de arte y
los libros de historia estaban las obras de pedagogía: Freinet, Piaget, Freire,
Vigotsky... todos ellos convivían junto a algún que otro libro de texto y
varios archivadores con apuntes amarillentos. Les consideraba grandes pedagogos
y en su momento realizaron grandes aportaciones, pero pensaba que poco podían
ayudarle en este difícil trance.
Por
un momento imaginó que se sentaban a su lado y empezaban a charlar con él.
Freinet habló de sus intercambios epistolares entre sus alumnos del interior
con los de la costa. Freire explicó a continuación la importancia de la
escolarización y la alfabetización de los colectivos marginales mientras al
final de la mesa Vigotsky y Piaget se enfrascaban en una interesante
conversación sobre aprendizaje significativo y constructivismo a través de las
diferentes etapas evolutivas. Fue entonces cuando se percataron del abatimiento
de Pablo, quien finalmente no tuvo más remedio que exponerles su problema.
Freinet se mostró especialmente fascinado por las posibilidades del correo
electrónico y comentó que debería haber nacido unos años después.
Vigotsky se levantó de la mesa y fue hacia la biblioteca, de la que retiró un libro de tapas coloradas.
Vigotsky se levantó de la mesa y fue hacia la biblioteca, de la que retiró un libro de tapas coloradas.
-
No es el Libro Rojo de Mao. Es la enciclopedia Álvarez - advirtió Pablo-. Todo el saber que
debía aprender un alumno estaba dentro, ni una palabra más ni una menos. Ahora
todo es diferente, la sociedad nos exige cada vez más. Y a los alumnos ya no
les motiva ni esto ni casi nada, añadió.
Fue entonces cuando Freire, después de dar un par de palmaditas animosas en la espalda de Pablo, tomó el libro en sus manos y desencoló cuidadosamente las hojas del interior.
-
Toma -dijo Paolo - y
no te preocupes. Seguro que encontrarás la manera de devolver la inquietud a
tus alumnos. Llénalo de nuevos contenidos, haz que se apasionen por el conocimiento...
¡Pablo!
¡Son las ocho de la mañana! ¿No piensas ir a trabajar hoy? Vaya, todo había sido un sueño. Apagó
el ordenador y al salir corriendo tropezó con algo en el suelo. Era la
enciclopedia Álvarez... ¡Sin hojas! No entendía nada. ¿Un sueño?
De
camino a la escuela las ideas fluían finalmente claras por su mente. Había que
empezar demostrando a los compañeros, a través de aplicaciones sencillas y
efectivas, que las tecnologías de la información y de la comunicación no están
reñidas con el enorme legado que heredamos de nuestros grandes pedagogos. Es
importante también que pierdan el miedo a estas nuevas herramientas...
transmitirles entusiasmo, conseguir resultados inmediatos, y que ... En su
cartera llevaba la enciclopedia Álvarez... y otras muchas ideas.
-
Llénalo de nuevos contenidos, haz que se apasionen por el conocimiento...
- resonaba por su mente.
En
su primera sesión, Pablo intentará mostrar, a grandes rasgos, las enormes posibilidades
de los recursos multimedia y de Internet.